Es Psicopedagoga y si bien nació en La Plata, se desempeña laboralmente en Tres Arroyos. Combinó su maternidad con la pasión con las infancias y creó la cuenta de Instagram @manada.infancia.y.crianza que es todo un éxito.
Contame de vos, a qué te dedicás, cuál es tu historia…
Soy nacida en La Plata, tengo 36 años, a los 20 me recibí de Docente de Nivel Inicial y haciendo el último año del profesorado empecé a estudiar Psicopedagogía porque sabía que me encantaban las infancias pero estaba tratando de encontrarle la vuelta en cuanto a de qué forma quería relacionarme con ella. Me encantan las instituciones educativas y la docencia pero sabía que no quería estar trabajando como docente hasta jubilarme. Entonces encontré en esta característica que tengo que es la búsqueda constante y el aprendizaje constante, me anoté en la carerra de psicopedagogía en un instituto terciario y cuando terminé hice dos años más en la UCA de La Plata para Licenciarme. Después, como un hito fundametal, me formé en neurocognición, neurociencias, hice varias diplomaturas y una especialización en altas capacidades.
¿Cómo y cuándo surge “Manada,infancia y crianza”?
Todo empezó con mi maternidad. La tuve a Carmela en el 2018 y me dejó todo patas para arriba, como sucede con la mayoría de las maternidades, porque realmente nos da vuelta como personas. Carmela vino a hacer esto conmigo y ya embarazada de mi segundo hijo, decidí empezar a estudiar la carrera de porteo y cuando nació mi hijo yo hice la pormación en porteo ergonómico a través del Centro de Crianza en Brazos y también hice la Formación en Crianza a través de la Acadp, que es una asociación argentina de crianza y puericultoras y ahí fue como un montón de información. Ahí surge “Manada”, en este momento clave de mi vida, con mi bebé de cuatro meses y yo entrando en estas dos formaciones de posgrado que eran para profesionales de la salud o la educación. Ahí empezó este camino de pensar cómo poder bajar o compartir todo lo que tenía en mi mente, ya sea mis experiencias personales como papá, como profesional y mi teoría, y compartirlo con otras familias, y con otros profesionales, y encontrarle la vuelta a esto que es la conjunción entre el profesional de la salud y la crianza, entre el neurodesarrollo y la crianza. Y cómo poder acompañar a los niños y niñas y a sus familias que es lo que más me apasiona.
¿Por qué “Manada”? ¿Qué representa está palabra para vos en la maternidad?
Surgió un día charlando con mi hermana: yo tengo una tribu hermosa de mamás que construí con Carmelita, mi primera hija, que son esas mamás que me salvan, que me dicen “quedate tranquila que yo la paso a buscar o la llevo a un cumpleaños” y en donde descubrí amistades desde otro lugar. Una noche chrlando con mi hermana y contándole esta idea que yo tenía de materializar todo esto que yo venía transitando, ella me decía que tenía que ser como un nombre salvaje y me dijo “por la revolución que te generó la maternidad”. Todo pacientito es mamífero y lo tenemos que entender como tal: desde el pensamiento y el desarrollo hasta la situaciones de apego que buscan. Y no es más que eso: somos una manada de mamíferas encontradas a través de la maternidad: cómo las lobas, los elefantes y las leonas, se sostienen entre ellos. Las mujeres, las hembras se sostienen entre ellas y cuidan a otro hijo como si fuese propio. Desde ahí surge “Manada”, desde pensarnos como mujeres madres y profesionales, actuamos, trabajamos y ponemos el cuerpo en pos del desarrollo de los niños y las niñas.
¿Cuál es el trabajo que llevás a cabo desde tu lugar para con otras mamás?
Dentro del consultorio, por lo general son las madres quienes vienen a consulta psicopedagógica. Tal vez es la madre quien dice “necesito ayuda” o “no sé para dónde ir”. Si bien mi trabajo es con los niños, enlas intervenciones, en el neurodesarrollo, eso implica centradas en las familias: tengo que tener en cuenta la idiosincracia familiar y acompañar a cada una de las mamás según sus ideales. Hay cosas a las que me voy a negar como profesional pero hay que ser muy cuidadosos porque ese niñito está inmerso en una idea de crianza que nopodemos ni negar ni intentar desterrar. Tenemos que acompañar de forma amorosa ese proceso. Además me llegan muchas consultas a la cuenta de Instagram con consultas puntuales y mi idea es escuchar a la mamá y armar una red de apoyo, sugerirle que haga una interconsulta por ejemplo.
Trabajás mucho con las emociones en las niñeces. ¿Cuán importante es saber enséñales a nuestros hijos a regular esas emociones sobre todo para una crianza respetuosa?
Como profesional y mamá, como persona, poder manejar las emociones es fundamental. Nuestra generación, antes de poder transmitirle o enseñarles a nuestros hijos o hijas, tenemos que aprender a gestionar las nuestras. Venimos de una crianza donde nuestras emociones eran silenciadas, calladas, “de esto no se habla”, “no llores porque te vas al cuarto”. Somos adultos vulnerados. Poder nombrar nuestras propias emociones, reconocerlas, abrazarlas, es fundamental para poder transmitirlo a las infancias. Ahí se pone en juego el estallido de la maternidad en cuanto a que las emociones de mi hija me hizo replantearme a mí mis propias emociones, mi propia forma de controlarlas, de regularlas, de aceptarlas y de trabajarlas en mi espacio propio de terapia personal. Nuestros hijos son nuestro espejo, ellos tienen una capacidad innata de expresar lo que sienten: cuando son más pequeños, a través de gestos corporales, gritan, lloran, pegan, y nosotros los vemos como caprichos pero en realidad están descubriendo sus emociones pero en realidad no tienen las capacidades madurativas de poder controlarlas y manejarlas. El primer paso con nuestros niños es descubrir en qué momentos están empezando a controlar sus emociones. Si pido que mi hija se calme porque tiene un estallido, porque queire algo o se angustió, ¿qué hago yo, la abrazo, la consuelo y pongo en palabras lo que ella no puede poner o la escucho si ella sí puede ponerlo en palabras y dejo que llore? Si yo me largo a llorar, ¿voy a necesitar que una amiga me diga que hasta que no me calme, no me voy a tomar unos mates con vos, o voy a necesitar una amiga que me diga “tranquila, acá estoy para escucharte, qué es lo que te está pasando, yo te acompaño”?
¿Qué significa para vos ser mamá y en qué cambió tu vida?
La maternidad puso mi vida patas para arriba. El cambio más grande es el interno, la mirada hacia adentro, el resignificar su propia infancia y pensar qué quiero y qué no quiero para mi hijo. La maternidad plagó mi vida de nuevas amistades, me hizo mirar toda mi vida desde otro lugar: mis amistades, mi trabajo, la organización de mi tiempo y puso en jaque muchas veces mi pareja y nos volvió a encontrar desde otro lugar. La maternidad tiene que ser en manada para poder sobrellevarse. Una madre sola nunca está sola, teje red, busca, se encuentra, genera espacios de encuentros, de diálogos. La maternidad es un renacer, es como cambiar de piel.
¿Qué representa “criar con empatía” a nuestros hijos en un mundo que muchas veces nos pide que “vayamos a mil”?
Esto es un poco lo que spoilié en mi cuenta de Instagram @manada.infancia.y.crianza. El tiempo vuela, frená todo, mirá a tu hijo, abrazalo. Por momentos queremos que pase rápido y por momento vamos a mil. La productividad de la mujer nos pide que vayamos a mil. Para mí la mujer empoderada era la mujer que se llevaba el mundo por delante: que podía con la casa, con el trabajo y en mi espacio personal de terapia me dí cuenta que la mujer empoderada también es la que decide frenar, renunciar a un trabajo, porque no quiero esto en este momento para mí y renuncia con la frente en alto porque tenemos que ser empáticos con las infancias de nuestros hijos porque es una sola vez en la vida de ellos.
¿Cuál es la importancia de enseñarles y que aprendan jugando?
El juego es la forma de aprendizaje que tenemos las personas por excelencia. En los primeros años de vida, todo es a través del juego. No existe un niño que uno no lo vea jugar, incluso cuando el juego está coartado, empezamos con el ojo clínico a decir “alerta”, es como una pauta de alarma. Cuando podemos ordenar jugando, poner la mesa jugando, a través de una canción, de un juego de roles, todo es más ameno y divertido. A los adultos nos cuenta el juego porque culturalmente va desapareciendo y ya no se nos permite jugar. A través del juego podemos canalizar un montón de situaciones que nos pasan y podemos hasta meditar porque el niño está en el “aquí y ahora”, no piensa en nada más, piensa en ese juego y disfruta en ese juego. Y también me parece sumamente importante el tiempo de calidad: esto lo puse en un posteo sobre la “atención plena”: “mamá mirame, te estoy mirando, no, estás con el celular, no estás jugando, estás conmigo pero estás haciendo otra cosa”.